martes, 1 de octubre de 2013

El Sueñero

En la última Semana Negra de Gijón, hubo una exposición de dibujos que me llamó la atención. Se trataba de distintas obras de Enrique Breccia y me apunté una de ellas para buscarla y leer el cómic en vacaciones. Se trataba de "El Sueñero", que sería mi segunda lectura después de "Rorschach" (ver última entrada). Existen varias ediciones, la más actual, con fecha 2010 sigue a la venta por unos 17/18 euros.

Título: El Sueñero.
Año: 1985
(Última edición 2010 en España).
Guión: Enrique Breccia.
Dibujo: Enrique Breccia.
 Edición: Cartoné 152 páginas
en blanco y negro.
Mi nota: 5/10.

Originalmente "El Sueñero" se publicaba en las páginas de una revista ("Fierro"). Recopilada posteriormente, se convertiría en una obra considerada como una de las más importantes en la historia de su país (Argentina). También sería una obra muy polémica en su época, debido a la crítica política y social escondida tras las viñetas de Breccia.
 
(A partir de aquí, SPOILERS)
 
El Sueñero, también llamado "el Ñato" es un mercenario con pinta de Gandalf anoréxico. En un futuro muy lejano, en el que no existen las guerras, la gente muere de aburrimiento y él no tiene trabajo. Para solucionar lo del aburrimiento, le contratan para que viaje en el tiempo y reclute a distintos personajes para una especie de circo romano ("Sirko Roman-Ho").
 
Con este llamativo planteamiento inicial, unido a un peculiar dibujo, el cómic llama la atención y los primeros capítulos enganchan. Desde el primero, en el que le encargan su misión, hasta otro en el que viaja a Londres a reclutar al Doctor Jekyll, pasando por un espectacular relato en el que viaja a la antigua Grecia para reclutar al mismísimo Minotauro. Una mezcla bastante atractiva en general y especialmente friki para los amantes del cómic y la fantasía. Sin embargo, todo lo bueno que tienen los primeros capítulos, se esfuma a medida que vas pasando páginas. Las frikadas y la fantasía dejan paso al folklore argentino, dialogos en los que no entiendes nada y crítica social sobre temas como la Guerra de las Malvinas o la política argentina, que estarían de plena actualidad en 1985 pero que en 2013 lo único que hace es fastidiarte una lectura hasta entonces interesante.
 
Esto último es especialmente sangrante cuando los primeros capítulos, pese a tener casi 30 años, no han envejecido nada mal. Resumiendo: los 3 ó 4 primeros capítulos son una lectura altamente recomendada, al menos por mi parte, pero del quinto en adelante no se lo recomendaría ni a mi peor enemigo.

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